Tocó el timbre del jardín que anunciaba la salida, aquel
niño tardó un poco en reaccionar porque estaba muy entusiasmado jugando con un
par de tapitas que había encontrado en el salón. Tomó su mochila, y salió
ordenadamente con el resto de sus compañeritos. Luego esperó en la entrada a la
llegada de su madre, casi siempre era el último en que recogieran porque su
madre trabajaba y salía directo a buscarlo. Así que esperó a que algunos niños
se fueran, y se sentó en el escalón de la puerta principal. Le sorprendió un
poco no estar solo con la maestra, sino que había otra niña mas ahí, ella
estaba muy seria, y la maestra también, así que él sacó las tapitas que había
encontrado en el salón, y jugó con ellas sin molestar a nadie.
A los pocos minutos apareció su madre en el auto, se
despidió de su maestra con la mano, y salió corriendo hasta el auto. Su madre
bajó el vidrio y saludó con la mano a la maestra, esperó que su hijo se subiera
atrás, y arrancaron. Pasaron a unos cuantos vecinos en el camino, a los cuales
la mujer saludó con la mano brevemente, mientras su hijo no paraba de hablar y
contar todo lo que había hecho en el día.
Apenas llegaron a la casa, el niño subió rápidamente a su
dormitorio, se sacó el delantal, la mochila, y bajó con algunos cuantos
cachivaches que tenía guardados, y se puso a construir una gran ciudad en el
medio del living. Su madre ya sabía que no había nada que hacer con aquel niño,
era muy activo e imaginativo, y lo único que podía hacer, era dejarlo ser, y no
crear un caos, con lo cansada que estaba. Mientras el niño hacía una torre con
botellas, ella le hacía la merienda. Luego sintió bocinazos y se imaginó que su
hijo saldría, era otro chico, al que debía dejar ser, al menos, no parecía que
se metiera en problemas.
El niño vio a su hermano bajar las escaleras y se ilusionó,
¡ahora podría jugar con el toda la tarde! Pero se desilusionó al recibir una
negativa. Nunca nadie tenía tiempo de jugar con él, vio a su hermano irse y
cruzó sus brazos mientras ponía su mayor cara de desaprobación y enojo. Apenas
su hermano salió, sintió que su madre le pedía que se lavara las manos para
merendar, que luego siguiera jugando. Eso lo enojó aun mas, no podía hacer nada
de lo que quería, comenzó a quejarse de que nunca lo dejaban jugar, y se metió
en el baño. Mientras se lavaba las manos, vio colgado el cordón de algún
champión que seguro su hermano había ensuciado jugando al futbol y había lavado
su madre y colgado ahí. De la punta del cordón estaba a punto de caer una
gotita de agua, el niño quedó maravillado por unos segundos con aquella pequeña
gota que pareció demorar segundos eternos en caer, a aquel niño todo le
resultaba fascinante, y así de inteligente e imaginativo que era, era de
inquieto. Sonrió, lavó sus manos, y bajó con mas ideas para hacer su ciudad.
Inspirado en el niño mas creativo que conozco, mi sobrino :) Te amo.

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