Tomó la gomita sin pensarlo, y sonrió, aquella chica no
estaba mal, y aquello podría darle algo de esperanzas, sin embargo, lejos de
hacerlo feliz, lo hacía sentir una vez más la ironía del universo. Aquella
chica ni siquiera lo vio sonreír, y él, no dio las gracias. Terminó su turno,
el día parecía mas largo de lo común, pasó lo de siempre, y se fue a su casa.
En el camino cruzó a un chico en patineta, ninguno de los dos supo medir
distancias y casi chocan, el de la patineta gritó algún tipo de disculpa, o
insulto, y siguió su camino, el chico del supermercado simplemente continuó,
una vez más, no tenía suerte, pues, a pesar de que no lo buscara
intencionadamente, muchas veces se le cruzó por la mente la idea de morir, o de
por lo menos, tener un accidente grave, y que así, por fin, su vida fuera
interesante.

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